Con motivo de conmemoración de los cien años del nacimiento de Pier Paolo Pasolini
El bien y el mal (Pierpaolo) quiere escenificar el último acto de la vida de alguien como Pier Paolo Pasolini, intelectual, creador, preocupado y casi torturado para elaborar una teoría pasable y comprensible, para el siglo xx, de la existencia del hombre y del bien y del mal. Pasolini, como Milton (que intenta justificar las acciones de dios con los hombres) en realidad ilumina las paradojas y contradicciones de la condición humana y tantea las posibilidades de esperanza y desesperación que luchan en su alma. Particularmente interesante, su intento de conjugar comunismo y cristianismo. En el paraíso perdido Milton hace que el verdadero héroe, en el fondo, sea Adán, que se enfrenta a un mundo en cuya creación no ha intervenido, con dignidad y determine, consciente y atormentado por su responsabilidad en la caída, pero que al mismo tiempo se interroga sobre la benevolencia y justicia de un dios capaz de castigar con tan tremendas consecuencias. Pasolini, con el comunismo, da igual. Según el socialismo humanista, el comunismo sería perfecto si enfrente hubiera buenas personas. Pero en el mundo, como en el paraíso primigenio, hay personas tout court y las personas son imperfectas por definición. Paraísos imposibles, pues, el del comunismo y el del cristianismo. Al bien y al mal (pierpaolo), el protagonista, sabedor de la condena que ha caído sobre él, como la de dios sobre Adán y Eva, va a encontrar al verdugo que deberá ajusticiarle. Para intentar arrojar algo de luz en su misterio, antes de irse. Para intentar averiguar, como el hombre del paraíso perdido, el “plan de dios frente a los hombres”.